¿QUÉ ES EL AUTOCONTROL Y CÓMO ENTRENARLO?


Para poder ayudar a nuestros hijos e hijas y educarles en gestión emocional es importante conocer cómo funcionan las emociones y cómo nos afectan. La educación emocional es un factor protector para una multitud de problemas futuros, muchos de ellos con inicio en la niñez o la adolescencia. Como abordamos en anteriores publicaciones sobre gestión emocional (tristeza, ira o miedo), las emociones fluyen y cambian en una misma persona, es decir, no permanecen para siempre. Para comenzar, vamos a pensar en dos situaciones que nos ayudarán a explicar dos procesos que ocurren de forma paralela:

1.    Imagina un día de tormenta: Durante los primeros diez minutos hay rayos, truenos y chaparrones, y poco a poco se va calmando y solo queda lluvia, hasta que al final la tormenta termina. Del mismo modo, es posible sentir un pico de tristeza muy intenso, pero a medida que pasa el tiempo la emoción va perdiendo fuerza. Las emociones no son estables y permanentes, sino que varían en intensidad.

2.    Siguiendo la misma analogía, piensa en un día de verano en Asturias. Es habitual que amanezca soleado, a mediodía haya una tormenta, y al cabo de un rato vuelva de nuevo a salir el sol. Al igual que los cambios meteorológicos, en un mismo día es posible sentir diferentes emociones. Por ejemplo: Tensión emocional al enfrentarnos a esa tarea en el trabajo, cansancio al llegar a casa, y alegría al compartir una cena con las amistades. Las emociones no son estables y permanentes, sino que fluctúan a lo largo del día.


Enseñarles a nuestros hijos e hijas que las emociones son cambiantes es de vital importancia, sobretodo en la etapa de la adolescencia, donde se vive todo de forma muy intensa. Además, es en este período de la vida donde los y las adolescentes comienzan a relacionarse de forma independiente con su grupo de amistades, lo cual puede llevar a diferentes conflictos que no habían tenido con anterioridad. Ante un conflicto, es posible que los y las adolescentes reaccionen dejándose llevar por emociones de ira, agresividad o incluso tristeza. Sentir la emoción tan intensamente no nos permite ni analizar objetivamente la situación, ni encontrar una solución que sea beneficiosa para ambas partes del conflicto. Esta respuesta, además, puede aparecer también en conflictos que tengan lugar en el hogar. Para poder resolver dichos conflictos de forma sana es importante que sepan gestionar sus emociones y que sepan comportarse de forma no impulsiva.

Ya sabemos que ni reprimir las emociones ni dejarnos llevar por ellas son buenas respuestas. Por un lado, la represión podría dar lugar a mayores consecuencias para la persona, y por otro lado la expresión de nuestras emociones sin filtro alguno podría provocar conflictos, discusiones o malos entendidos. Y entonces, ¿qué hacemos? La respuesta a esa pregunta es “autocontrol”.

El autocontrol es la capacidad que tenemos para controlar nuestros impulsos, tal y como la propia palabra indica (auto-control). Es importante saber que el autocontrol no implica bajo ningún concepto anular las emociones. Podemos sentir la emoción (tristeza, miedo, ira) pero seguir pensando: Qué puedo hacer, qué consecuencias tendría esta opción, cuál es la más adecuada, por dónde puedo empezar… En definitiva, se trata de pensar antes de actuar. Una persona entrenada en autocontrol percibe mejor la situación, no se deja llevar por el primer impulso, se permite sentir la emoción pero se pone a pensar rápidamente en la forma de solucionar el problema. Y si el problema no tiene solución, pone lo que está de su parte para aceptar la situación. Poner en marcha nuestro autocontrol hace que seamos más eficaces y, por lo tanto, nos hace sentir mejor.

Para entrenar el autocontrol existen diferentes estrategias que no son excluyentes. Cuantos más trucos pongamos en marcha, mejor entrenaremos el autocontrol:



-    Para y piensa: En nuestro día a día, tendemos a hacer las cosas muy rápido, a sentir la necesidad de reaccionar muy deprisa, o a llegar a todos los sitios con la lengua fuera. Tenemos que enseñar a los hijos y las hijas que no es necesario dar una respuesta inmediata a alguien, no todo es tan urgente como pensamos. Podemos tomarnos un tiempo para reflexionar la respuesta definitiva, o podemos quedarnos en silencio unos segundos mientras pensamos nuestra respuesta. Pensar es una herramienta fundamental.

-    Practica la asertividad: Una vez hemos parado y pensado, la forma más adecuada de expresarnos es la asertividad. Consiste en manifestar una opinión, un sentimiento o un deseo en el momento adecuado y sin agresividad, ansiedad, o miedo a qué pasará después. La asertividad implica reclamar los propios derechos, sin menoscabar los derechos de las demás personas. Visita nuestra entrada sobre asertividad pinchando aquí.

-    Descansa lo suficiente: Cuando una persona está muy cansada, las reacciones de ira y los impulsos agresivos son más frecuentes. Descansar, dormir lo suficiente, comer bien y hacer ejercicio será el mejor colchón para gestionar situaciones que nos incomodan. Si educamos a nuestros hijos e hijas en hábitos de vida saludable, se sentirán mejor en su día a día y tomarán decisiones desde la calma.

-    Entrena en relajación: Existen diferentes formas de practicar la técnica de la relajación, pero la más efectiva es la relajación muscular de Jacobson, a través de la cual se asocia la tensión muscular con la distensión de la misma. Esta técnica es muy efectiva durante la etapa de la adolescencia.

-    Reconoce las situaciones y las personas que nos alteran: Cuando nuestros hijos e hijas hayan tenido un conflicto con una persona en concreto, podemos hacer el siguiente ejercicio con ellos y ellas. Les indicaremos que piensen en esa situación en la que hayan sentido ansiedad o ira con esa persona en concreto. Han de pensar en cómo podrían haber respondido de forma asertiva, pueden practicarlo con nosotros y nosotras. Es importante señalarles que no pueden cambiar a otras personas, pero pueden tomar decisiones que impliquen su beneficio y su salud.



Dominar el autocontrol es una tarea larga que requiere de mucha constancia. ¡No tires la toalla! Cualquier persona puede seguir aprendiendo, independientemente de su edad. Y recuerda, somos modelos para nuestros hijos e hijas. Si tú dominas tu autocontrol, tus hijos e hijas también aprenderán de ti.

¿Qué cosas estás haciendo ya para entrenar a tus hijos e hijas en autocontrol? ¿Te animas a implementar alguna de las estrategias anteriores? Déjanos tu experiencia en comentarios.

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