¿QUÉ ES LA NEGOCIACIÓN Y CÓMO REALIZARLA CON ÉXITO?

En anteriores publicaciones reflexionábamos acerca de por qué tenemos conflictos con los hijos e hijas, o sobre diferentes estilos de resolución de conflictos según nuestro estilo educativo. El conflicto puede darse cuando se generan situaciones en las que los intereses y necesidades de padres y madres son diferentes o se oponen a los de las y los menores. Existe un conflicto cuando alguien encuentra en el comportamiento de las demás personas, en sus necesidades y en sus objetivos, un obstáculo que se interpone en el logro y satisfacción de los propios.
 

Seguro que has pasado por alguna situación en la que has intentado poner una norma importante o accesoria sin éxito, o has tenido dificultades para que tus hijos e hijas aprendan una conducta concreta, o incluso has tenido algún conflicto con ellos y ellas cuando llegan a la etapa de la adolescencia. En estos casos, el uso de la negociación puede ser útil para comenzar a resolver conflictos menores en el hogar. Hoy veremos en qué consiste y cuáles son los pasos más adecuados para finalizar la negociación con éxito.

La negociación es un proceso en el cual dos o más partes en conflicto (padres, madres, hijos e hijas) intentan llegar a algún tipo de acuerdo renunciando parcialmente a los intereses individuales. Para negociar, es necesario que ambas partes cedan en algo, llegando a un punto de entendimiento. Además, es fundamental que la comunicación sea asertiva en todo momento.



1.    Definir cuál es el problema en concreto y cuál es la diferencia de objetivos entre las partes: - "Explícame cuál es el problema para ti”, o...“No estamos de acuerdo con respecto a que tengas un perfil en las redes sociales. Tú quieres tenerlo y yo creo que todavía eres demasiado joven para estar en Instagram”.

2.    Preguntar a la otra persona su opinión, escuchando abiertamente su respuesta, y pensando sobre por qué la otra persona se siente así: 

- “¿Por qué es importante para ti tener redes sociales? ¿Para qué las quieres tener?” 
- “Quiero tener Instagram para poder publicar fotos y ver los perfiles de gente que juega al Fornite, todas las personas de mi cole lo tienen.

3.    Expresar la propia opinión acerca del problema: 

- “Tener redes sociales es una responsabilidad muy grande. Todo lo que hagas en internet quedará registrado. Además, en internet hay personas buenas pero también hay personas malas. Aunque toda la gente del cole tengan Instagram, a mí me preocupas tú. Me preocupa que tengas Instagram porque quiero protegerte, y porque para tener Instagram hay que aprender a ser responsable.

4.    Exponer a lo que se está dispuesto a conceder y a ofrecer:  

- “Vamos a hacer una cosa. Te dejaríamos que tuvieras un perfil de Instagram pero con varias condiciones: Solo puedes entrar en Instagram en el salón de casa, puedes conectarte durante el tiempo que habíamos acordado para el uso de la Tablet, no puedes publicar ninguna foto ni dato personal, y yo supervisaré qué publicas y qué perfiles visitas. Si por cualquier motivo detecto que no estás utilizando Instagram con responsabilidad, tendremos que eliminar tu perfil. ¿Estás dispuesto/a a ello?.

5.    Escuchar lo que el otro está dispuesto a conceder y a ofrecer:

- “Si es la única forma por la que puedo tener Instagram, vale, me parece bien”.

6.    Llegar a un acuerdo, a un término medio: Comentamos cuáles de las soluciones que tenemos apuntadas son viables y cuáles no y por qué. Decidimos conjuntamente con cuáles nos quedamos para cumplir en el futuro. Si fuera necesario, podemos firmar un contrato como un acto simbólico. Para ver algunos ejemplos, podéis recurrir a la página web de Internet Segura for Kids (IS4K), del Centro de Seguridad en Internet para menores de edad en España. En esta página encontraréis contratos para el buen uso de la Tablet, el móvil o las redes sociales. Estos modelos pueden tomarse de ejemplo para regular otras conductas.






Además, es importante mantener una actitud positiva y orientada hacia la búsqueda de una solución, y una comunicación asertiva. Evitaremos dejarnos llevar por el enfado o la frustración y expondremos las razones por las cuales creemos que es importante nuestra posición, tratando de entender también la posición del hijo o la hija, y llegando a un punto medio. A veces esto es difícil y nuestros hijos e hijas pueden reaccionar con enfado, pero recuerda que somos modelos para ellos y ellas, así que debemos permanecer en posición asertiva.


Es importante recordar que no todo es negociable. Siempre ha de haber unas pocas normas fundamentales en el hogar que no entran a negociación bajo ningún concepto (por ejemplo, ir a clase no es negociable). Son las personas adultas las que han de decidir qué aspectos son negociables y cuáles no, y los hijos e hijas han de saber cuáles son los puntos negociables. La negociación es un modo de resolución de conflictos útil en aquellos asuntos más flexibles (por ejemplo, hora de llegada a casa los fines de semana). En cualquier caso, no debe haber discrepancias entre las personas adultas. Ambas figuras han de mantener la misma posición para resolver los conflictos de forma eficaz.


Por último, la negociación es solamente una herramienta más que debe utilizarse dentro de un marco amplio de crianza. Esto implica reforzar de forma constante las conductas que sean adecuadas (“lo has hecho muy bien”, “sentimos mucho orgullo cuando logras estas cosas”), empatizar y entender cómo se siente la otra persona, comunicarse asertivamente, y saber que existe el derecho a equivocarse y pedir perdón.


¿Sueles utilizar la negociación con tus hijos e hijas? ¿Puedes pensar en alguna situación recienta en la que podrías haberla puesto en práctica? Imagina en tu cabeza cómo sería esa situación. Cuanto más lo ensayemos, más éxito tendremos cuando lo apliquemos.

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