¿CÓMO AFRONTAR LA VUELTA A LA RUTINA EN SEPTIEMBRE?

Desde el mes de marzo y como consecuencia de la COVID, nuestra vida y la de nuestras hijas e hijos ha cambiado radicalmente. La salida de las aulas, las clases virtuales, y también el teletrabajo, han sido algunos de los factores que han estado presentes en los hogares durante estos meses. Este verano tampoco ha sido un verano habitual. La llamada “nueva normalidad” nos ha obligado a cambiar planes, destinos vacacionales e incluso formas de divertirnos en familia. Además, la evolución constante de la pandemia nos ha dificultado hacer planes a largo plazo, obligándonos a ser flexibles y adaptarnos rápido a situaciones muy cambiantes.

Y ahora que hemos llegado hasta aquí nos hacemos la gran pregunta: ¿Cómo vamos a gestionar el inicio del nuevo curso escolar? Al margen de las indicaciones que se vayan ofreciendo por parte de las autoridades sanitarias, las autonomías y los centros educativos, hoy vamos a hablar sobre algunas pautas que pueden ayudarnos a sobrellevar este cambio en la familia y en el hogar.


1. En primer lugar, debemos tener en cuenta que los cambios repentinos suelen provocar malestar, en mayor o en menor medida. Las personas somos "animales de costumbres", y nos sentimos bien en la rutina. Saber qué va a acontecer después o qué va a pasar mañana nos hace sentir tranquilidad y nos ayuda a mantener las cosas bajo control. Por lo tanto, es normal sentir cierta ansiedad o agobio ante la incertidumbre: Cómo va a ser la vuelta a las aulas, cuál será el devenir del curso, cómo nos vamos a organizar en casa si la situación general cambiara de algún modo (por ejemplo: teletrabajo, clases virtuales, nuevas medidas sanitarias, etc.).

2. Una forma de reducir la ansiedad ante un posible cambio de situación es planificar el nuevo escenario. Esta planificación nunca será perfecta, y es muy probable que los planes vayan modificándose con el paso del tiempo. Pero sí podemos pensar en qué pasos dar si la dinámica familiar volviera a cambiar: ¿Cómo podemos encajar los horarios de los miembros de la familia?, ¿cómo podríamos organizarnos si alguien debiera teletrabajar o estudiar en casa?, ¿puedo hacer algún cambio en el hogar para mejorarlo?, ¿puedo contar con la ayuda de alguna persona próxima?, …

3. El verano y las vacaciones nos dan la oportunidad de liberarnos de horarios, obligaciones y compromisos varios. Este período de impass es muy necesario tanto para personas adultas como para niñas, niños y adolescentes. Pero también es fundamental recuperar los viejos hábitos y las rutinas. Si nuestro trabajo es presencial y si nuestros hijos e hijas acuden a las clases, los horarios ayudarán a organizar de nuevo la vida en casa. Pero si alguno de los miembros de la unidad familiar teletrabaja o permanece en el hogar, tomar una rutina cobra más importancia que nunca. Levantarse a la misma hora todos los días, comer a unas horas determinadas, planificar el menú con antelación, y también reservar un tiempo para hacer deporte, son aspectos que nos ayudan a mantener una rutina saludable.

4. Tal y como hemos comentado en anteriores entradas en este Blog, mantener una comunicación abierta y constante con hijos e hijas es de vital importancia. Esto facilitará que nos cuenten sus problemas, sus dudas y cuáles son sus sentimientos con la situación de la pandemia. Las personas adultas de referencia debemos trasladarles las novedades y las indicaciones sanitarias, siempre acorde a su nivel de desarrollo y comprensión. Además, esta es una gran ocasión para transmitir e inculcar los valores de la salud, el autocuidado y la solidaridad.

5. Si hubiera algún conflicto a la hora de comunicar a nuestros hijos e hijas cuáles son las medidas de prevención que deben tomar, puede ser útil apoyarse en la legislación vigente. Además, atribuir la responsabilidad a los y las menores conlleva también una educación en valores prosociales.

6. El uso de mascarilla, el lavado de manos y la distancia social cuando los y las menores salgan a la calle con sus amistades, también deben incorporarse en las normas y los límites del hogar, sobretodo si se trata de adolescentes. El establecimiento de consecuencias claras, definidas y relacionadas tanto con su cumplimiento como con su incumplimiento, será un aspecto clave para conseguir que cumplan con su responsabilidad.

7. El período del confinamiento y la desescalada obligó a padres y madres a permitir un uso más prolongado de pantallas (Tablet, ordenadores, móviles, etc.). Este fue un cambio normal y comprensible dadas las circunstancias. Sin embargo, ahora que vuelve septiembre y comenzamos un nuevo curso escolar, es necesario readaptar las normas relativas al tiempo de uso, lugares de uso y contenidos a visualizar. Echa un vistazo a esta entrada para recordar las claves para un buen manejo de las pantallas.

8. Permanecer mucho tiempo en el hogar facilitó a muchas familias reencontrarse y pasar tiempo con sus hijas e hijos, tiempo del que antes no disponían. Esto ha supuesto la recuperación de espacios de ocio saludable donde compartir experiencias, momentos y planes familiares. Si durante el confinamiento y el verano has podido disfrutar de ocio en familia, no permitas que ese hábito caiga en el olvido. Y si no has encontrado el momento o la forma de hacerlo, te animamos a planificar al menos un día a la semana en el cual hacer alguna actividad en familia. Puedes consultar varias opciones en este otro Blog.

9. Recuerda la importancia de una gestión emocional adecuada y del autocontrol. Para ello, realizar ejercicios de relajación habitualmente nos enseña a automatizar la sensación de autocontrol y a reducir la impulsividad. Recuerda que cuanto más entrenamiento en relajación tengamos, mejor abordaremos los posibles cambios. Además, recuerda también que somos modelos para nuestros hijos e hijas: Si tú gestionas bien tus impulsos, ellas y ellos también los gestionarán mejor. Visita las entradas relacionadas con la respiración abdominal, la relajación muscular y la relajación en imaginación.

10. Por último, y volviendo al primer punto, tener una actitud flexible nos ayudará a sobrellevar de la mejor forma posible los cambios repentinos que pudieran darse. Mantener una actitud rígida frente a los acontecimientos repercutirá negativamente en nosotras y nosotros mismos. Nos dejaremos llevar fácilmente por las emociones de ira y enfado, y nos costará mucho emocionalmente gestionar los cambios. Por el contrario, una actitud flexible nos permitirá adaptarnos a las nuevas circunstancias con menor malestar, aunque también podamos sentir enfado. Es importante señalar que no se trata de dejar de cuestionarse las cosas, “aguantarse” o resignarse. Una actitud flexible implica ser conscientes de qué cosas podemos cambiar y qué cosas no podemos cambiar porque no depende de nosotras y nosotros. Por ejemplo, yo no puedo cambiar la situación sanitaria, pero sí puedo cumplir con las medidas de prevención básicas y sí puedo educar a mis hijas e hijos en que también las sigan. Pasar de una actitud rígida a flexible implica tomar la dirección de la solución: “¿Qué puedo hacer yo para que esta situación me afecte lo menos posible?”, “¿qué depende de mí y de mi familia?”, o “¿cuál es el primer paso que podría dar?”.






En definitiva, este inicio del curso escolar va a ser el más diferente y el que más incertidumbres presente para todos los agentes implicados: Madres y padres, hijos e hijas, y la comunidad educativa en general. Al margen de valoraciones, estos meses nos han demostrado que el autocuidado y el tiempo en familia son factores fundamentales. ¿Cuáles son tus principales dificultades de cara al inicio del curso escolar? Déjanos cualquier duda en los comentarios.

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